Primo de Anónimo

Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de febrero de 2012

Nuestros inútiles políticos negociando en la F1

Estimados todas/os/es 

Comencemos con una frase que he oído, y que me duele muchísimo pero que comienza a abrirse paso en la mente de muchos de mis compatriotas. “Con lo que nos cuesta la corrupta democracia autonómica española ¿No sería más barato un único gobierno tecnócrata?” Sí, lo veo perfectamente, son los preludios de gente que comienza a aborrecer la democracia y a creer en otros sistemas ¡Volvemos a repetir nuestra historia! Pero este cambio de tendencia hay que agradecérselo a nuestros queridos políticos “demócratas” del PP (con sus Gürteles), del PSOE (con sus EREs), de CiU (con sus Palaus), del PNV (con sus Migueles) etc., que en lugar de fomentar la democracia, como bien supremo, la han utilizado para saquearnos. Pero es lo razonable, que se obtiene, cuando en un país sus leyes no se dictan para defender al pueblo de los poderosos, sino todo lo contario, incluso coaccionado a los escasísimos jueces que se atreven a investigar esto pufos. Comparen la dimisión del poderoso presidente de Alemania, por la presión ciudadana, con la presión que recibe nuestro juez D. José Castro, por parte del poder para que no ataque a los poderosos reales. 

Pues estas son las gentes que gobiernan también la F1 en España, ese país en crisis galopante que no puede pagar ni su sanidad ni su enseñanza, pero que despilfarra sus dineros en carreras olímpicas, marítimas y, por su puesto, en la F1. 

Según la Sindicatura de Comptes de la Comunitat Valenciana, a la empresa Valmor Sport se le dio, la Generalitat Valenciana (GV), una concesión para que explotase un recurso. Similar a las concesiones de  las autopistas. Esta empresa tenía que generar unos recursos para pagar a la GV y a la F1, además de dar dividendos a sus accionistas. Esto, desde el principio, se tornó imposible. Pero como los dueños/gerentes de la empresa [Fernando Roig (Mercadona, Villarreal CF,), José Luis Olivas (President GV, Bancaja-Bankia) y Jorge Martínez “Aspar”] eran, y son, íntimos amigos del presidente de la GV, el ex-Molt Honorable y no culpable Camps, este les regaló con la exención de todos los pagos normales. A pesar de todo, el negocio siguió siendo una ruina, y delegaron todos las responsabilidades en el nuevo Consell, lo que nos ha permitido empezar a echar unos números (¡Que odiosos son cuando no dicen lo que uno quiere!) sobre el coste real de la F1. El dinero que se lleva el pirata Ecclestone es de 20.5 millones de euros por temporada, cuando se nos aseguró que, como mucho, el gasto total sería de 17. Pero es que, además, hay que añadir 4.4 que abona Canal 9, para que disfrutemos de la F1 sin alopécicos verdes (¿Naranja ahora?). Pero es que, también, han sabido, los interventores, encontrar 2 millones más en conceptos de cambios y transacciones, que acaban en manos británicas. Y conociendo que en este país ni la Casa Real dice realmente lo que ella nos cuesta, distribuyendo el dinero en partidas imposibles de seguir por su altísimo nivel de imaginación contable/descriptiva ¿No habrán hecho lo mismo con la F1 y nos faltaran partidas por añadir? A estos 27 millones hay que añadir la preparación del circuito, y su desmantelamiento de todos los años, estimado en unos 15 millones de euros. 

Desde el poder, se ha lanzado la idea de que no es un despilfarro sino una inversión (¿No son estos señores, economistas de bar, los mismos que nos dijeron que Lehman Brothers Holdings Inc. o The Goldman Sachs Group Inc. eran muy fiables? ¿Y ahora debo de creerles más?). Esta línea ha sido seguida por la prensa de cabecera, incluso por alguna persona de buena fe. Pero para ser una inversión debería de haber un retorno, y después de varios años esto es falso. Es verdad que algún hotel y restaurante mejora, esa semana, su cuenta de resultados, pero poco más. Además, el que paga con los impuestos soy yo (y usted), y para mí no hay retorno (¿Lo hay para usted?). Si tanta inversión es este negocio de la F1, propongo que la subvencionen los hoteles/restaurantes valencianos. Pero eso no lo quieren, ya que es mejor rapiñar de todos los sitios y que paguen otros, mientras las ganancias me las quedo yo en exclusiva. Luego la F1 no es una inversión como la educación, sanidad o infraestructuras, que son utilizadas por la inmensa mayoría de los ciudadanos y que es razonable pagar por todos, en función de los ingresos reales (¡Incluyendo todo! Lo de las cajas B y en negro, también). 

Ante el problema económico, la Generalitat Valenciana ha intentado sondear la posibilidad de rescindir el contrato, o renegociarlo a la baja. Rápidamente, la Generalitat Catalana (GC), en una situación económica similar y con un problema de transferencia de políticos, o amigos, a la gestión del GP de España (por citar el más famoso, pero no el único, Josep-Lluís Carod-Rovira) muy parecida a la de sus compatriotas del sur, ha intentado lo mismo. Pero dado el complejo provinciano y de mirar solo nuestro ombligo en el terruño, que nos sacude como sociedad, se ha hecho de forma incongruente, con prepotencia y desprecio de la postura del compatriota, y con sumisión al poder de Ecclestone. Como resultado no se ha conseguido todavía nada, pero Mr. E está evaluando como sacar tajada de estas discrepancias, tan hispanas. 

Estoy convencido que Mr. E permitirá (le conviene) la alternancia anual de Barcelona y Valencia. Y para ello rebajará lo que paga cada una de las administraciones por año, pero incrementando sus ingresos. Me explico, que parece complicado pero es muy sencillo. Supongamos que ahora Cataluña paga un valor de 100 por un GP al año y Valencia lo mismo, eso suma 200 por 2 GP al año. Con la fórmula que creo que tiene en mente el hábil ingles, les rebajará un 25%, pagando 75. Y esto es lo que nos venderán los políticos y sus cabeceras mediáticas (¡Gracias a nuestro querido conseller pagamos menos!), pero la realidad numérica (¡Siempre ellos!) nos dice que GC pagará todos los años 75, y GV otros religiosos 75, con lo que la carrera de un año nos costará en total 150 (los que paga quien realiza la carrera y los que paga la otra administración, que no obtiene ese año nada). Además, Mr. E tendrá un hueco para vendérselo a EE. UU. por 100. Resumiendo, pasaríamos de pagar 100 por carrera (200 anuales por dos carreras) a 150 (75+75) por una sola carrera, mientras que Mr. E pasaría de 200 a ganar 250. Mucho me temo que la forma anumeral de presentarnos los resultados de estas negociaciones, que tendrán lugar en los próximos meses/años, harán que nadie piense en el conjunto y nos quedemos con la copla de que solo pago 75.

Yo propondría, a nuestros inútiles políticos, que se enfrentasen a Mr. E de forma coordinada y conjunta. En esas hipotéticas negociaciones debería de estar también José Manuel Lara, como dueño de los derechos de TV en España a través de Antena 3, Thesan Capital, como dueña del equipo HRT, y Emilio Botín, como mayor pagador publicitario de España en la F1, incluso el Sr. Agag, como uno de los mayores urdidores del transito de favores entre el empresariado español y la F1. Las negociaciones deberían plantearse hacia una rebaja real de todos los costes. Y ante la posibilidad de negativa de Mr. E, se debería amenazar a este (e incluso cumplir) con el cierre de las carreritas en España. Declarar, en la jurisdicción de España, los contratos nulos por clausulas leoninas. No aceptar la jurisdicción de Londres sobre contratos con el Estado Español. Y amenazar con alagar temporalmente los pleitos hasta el infinito. Mr. E no va a durar eternamente, ya sobrepasó los ochenta, y sobre él está la sombra de Murdoch-Elkann-Slim que quieren quedarse con ese negocio. 

Sí no hubiese F1 en España, el Banco Santander retiraría su patrocinio de Ferrari y de McLaren, lo que haría mucho daño en la relación de estos poderosos con el británico, por lo que presupongo que se avendría a negociar a la baja los contratos, televisión incluido. Esto sería mucho mejor que perder el sabroso negocio que tiene ahora. 

Pero no se preocupen, que esto solo está en mi cabeza retorcida de científico. Ningún político español será capaz de negociar de tú a tú con Mr. E, y su aproximación será como la del esclavo a dios ¿Han visto la sumisión total de Güindos-PP para con el comisario Olli Rehn que se desprende del leguaje corporal de ambos? Pues ... eso.



domingo, 9 de mayo de 2010

First-Past-The-Post

Con esta entrada pretendo terminar con mi definición política. Voy a intentar mostrar en primer lugar mis preferencias por un sistema electoral y en segundo lugar como este modifica el comportamiento de nuestros políticos, así como lo que podemos esperar de ellos.

He de comenzar diciendo que la opción que hoy defiendo no es la mía originariamente y que ha sido la evolución, el sufrir uno de los sistemas y mi entorno anglófilo lo que me convencido, y decantado, hacia uno de ellos.

A grandes rasgos existen tres sistemas electorales, o formas de transformar un voto en un diputado, concejal o persona electa.

El sistema proporcional se caracteriza por que en la circunscripción (unidad de medida de votos) son elegibles varias personas y a cada una de ellas se les asigna el número de votos totales y reales que ha obtenido. El señor/a/e con más votos es el primero en ser elegido y así se van distribuyendo los distintos puestos hasta el último elegido. Los políticos de nuestro país siempre han dicho que este sistema es malo porque no favorece la formación de gobiernos; y directamente ha sido descartado.

El sistema uninominal mayoritario o sistema FPTP (del inglés “first past the post”) se caracteriza por que en la circunscripción solamente es elegible un único cargo. De esta manera el elegido lo puede ser incluso por un único voto. A este sistema se le achaca que no permite la existencia de voces minoritarias en los foros de representación (lo cual dudo).

Los políticos españoles eligieron (y protegieron introduciéndolo en la constitución) el sistema D’Hondt. En este caso los elegibles son varios en la circunscripción, pero a ellos no se les asigna un número de votos sin más. Lo que se hace es a cada lista del partido se le asigna el número de votos obtenido, el número anterior dividido por dos, el número inicial de votos dividido por tres, por 4, por 5, etc. Con cada partido se hace lo mismo, de tal manera que cada lista electoral tiene asignados una serie de números (los distintos cocientes entre votos y números naturales). Cuando se termina esta operación matemática, al partido que ha obtenido el número más grande se le asigna el primer escaño y el partido se lo da al número uno de su lista electoral. Después se busca el número segundo más grande, el tercero, etc., se les va asignando la lista electoral y el partido los asigna según puso sus candidatos en la lista. Según nuestros políticos este sistema es maravilloso, porque permite la formación de mayorías de gobierno y la presencia a su vez de minorías en los parlamentos.

Yo disiento totalmente de nuestros políticos, el sistema D’Hondt es el mejor sistema para los partidos políticos, y para los políticos mediocres o directamente malos (por favor miren el panorama actual español y sean un poquito sinceros), no para la política o para los españoles.

En este sistema, el poder reside totalmente en el partido. Es él el que designa el orden de la lista, luego ya a priori se sabe por la posición que ocupa una persona en la lista las posibilidades que tiene un candidato de salir, independientemente de sus meritos con su circunscripción. Esto tiene un efecto doblemente perverso. Por un lado, nuestros políticos nunca van a decir nada en contra de la verdad oficial del partido; si te enfrentas a quien hace las listas (presidente, secretario general, etc.) en las siguientes elecciones te ponen en los últimos puestos de las lista y de allí no se sale (la famosa frase de A. Guerra: “si te mueves no sales en la foto”). Por otro lado, cualquier queja directa de los electores a los elegidos no tiene ninguna fuerza, y se produce la desconexión actual entre elegidos y electores. El cenit es la cantidad de políticos paracaidistas que aparecen en las listas. Por ejemplo, en las provincias no capitalinas de España los primeros de las listas son personas que no tienen nada que ver con la provincia, pero que tienen mucho poder en el partido (imperialismo partidista).

Como corolario de este sistema, tenemos unos partidos (realmente, sistema burocrático al estilo del partido comunista de la antigua URSS) con un poder interno y externo inmenso que hace que nuestros políticos nunca digan, hagan, incluso piensen nada que no venga a través del conducto reglamentario desde arriba. Estos políticos no ejercen como tales y su único merito evaluable es su adscripción ciega a lo que diga “el jefe”. De esta forma se va subiendo en el escalafón político hasta llegar a lo más alto. Cuando ya no hay nadie (ni listo ni todo) por encima que le diga lo que tiene que repetir, como este político nunca ha pensado, ha razonado, ha criticado (no confundir con insultado o chillado), no es capaz de hacer nada coherente ¡Miren a los dirigentes de los partidos! ¿Alguno sabe dónde vamos? ¿Alguno está capacitado para ponerse al frente? La verdad es que no. Nuestro sistema electoral solo encumbra a los mediocres sin ideas, que no dicen o hacen nada, porque los buenos con ideas propias (no digo ni buenas ni malas, sino propias) fueron excluidos hace tiempo, por no seguir las directrices del “partido” al cien por cien y no poder sobrevivir en nuestro sistema electoral, económicamente ruinoso para alguien fuera de los partidos mayoritarios.

Además, este sistema de elección de partidos ha conseguido que los electores nos tengamos que definir de por vida de un partido o de otro. De tal manera que los votantes de derechas jamás votarán a un partido de izquierdas; y los votantes de izquierdas jamás votarán a uno de derechas. Han conseguido imponer una frontera que nadie se atreve a traspasar y esto hace que ellos mantengan intacto todo su poder, jactándose de hacer cualquier cosa sin ninguna consecuencia electoral (¿Hablamos de corrupción?).

Yo soy mayoritario. En el sistema FPTP la persona elegida no depende del partido. Al ser la circunscripción muy pequeña, el coste económico de que se presente cualquier vecino es asumible por uno mismo, además se debe convencer a los electores casi personalmente, por lo que lo que digan instituciones lejanas (partido) tiene un impacto pequeño en los electores. Es más, en este sistema los posibles elegidos compiten directamente entre ellos y frente al electorado, con lo que se pueden evaluar todos sus meritos (¿Cuántos debates tenemos nosotros? ¿Saben que en casi todas las circunscripciones del Reino Unido hay debates de candidatos?), teniendo la elección una componente personal muy importante. Cuando este diputado se enfrenta en el parlamento a cualquier ley está preparado (entrenando) a nivel intelectual y siempre piensa en sus electores; nunca votará en contra de sus electores y sí de su partido, si llega el caso. La razón es que si es a un diputado, querido por sus electores, y el partido lo expulsa de su seno, en las siguientes elecciones se puede presentar como independiente, consiguiendo todos los votos y saliendo elegido ¿Se imaginan esa posibilidad en España? ¿Qué le pararía al PP con la Sra. Aguirre o al PSOE con el Sr. Maragall? Esta independencia, hace que los gobernantes tengan que estar constantemente negociando, incluso con sus propios diputados y nunca se “endiosen”.

Por último, el famoso problema de la voz de las minorías en el sistema FPTP es una total falacia. En nuestro sistema nadie discrepa, nadie dice nada y por lo tanto no hay ninguna voz de ningún tipo; mientras que en los parlamentos elegidos mayoritariamente la riqueza de voces y matices es infinitamente mayor de la que disponemos en el nuestro actual, aunque formalmente tan solo haya dos partidos ¡Qué más da que hayan 100 ó 1000 diputados! Al final solo hay 2 ó 3 diputados reales; uno por cada partido.

domingo, 2 de mayo de 2010

… sino todo lo contrario

Siguiendo un poco el tema de la entrada anterior, voy a intentar definirme políticamente y por lo tanto filosóficamente, o mostrar cómo me define mi entorno; ya que suele ser más listo que yo, y al final yo no soy quien conforma mi realidad sino que es la mirada del otro la que define la realidad completa.

El sistema político actual se basa en una serie de partidos y en el sistema de alternancia que hemos llamado democracia; aunque es bastante distinto a la idea griega original. No obstante, según el Sr. Churchill es lo mejor que tenemos por ahora (“Democracy is the worst form of government except for all those others that have been tried”).

Los partidos a grandes rasgos los podemos definir como de derechas, izquierdas y centro, definición que proviene de la situación en el parlamento revolucionario francés. Aunque inicialmente las diferencias programáticas eran tan grandes que estaban en contra hasta de las propias reglas de juego, con el tiempo y la evolución “democrática”, las diferencias se han ido minimizando, pero todavía quedan algunas diferencias.

A grandes rasgos, y sabiendo que es falso y que habría que matizar mucho, los partidos y filosofías de derechas se caracterizan por primar el orden establecido y la individualidad; mientras que los de izquierdas tienen cierta tendencia al desorden y a lo colectivo; siendo los de centro una media aritmética, o a veces ponderada, de las anteriores posiciones.

Empecemos entonces con mi definición ¿Soy de centro? La verdad es que su posición es para mí la más contradictoria y menos querida. Las personas de centro suelen ser escépticas y consideran que la verdad no es alcanzable o bien reconocible, por lo tanto la media de todas las falsas verdades debe ser lo más cercano a la verdad. Yo difiero totalmente de esta postura político-filosófica. La verdad es alcanzable y reconocible. Aunque a veces nuestro sistema deductivo matemático no sea capaz de alcanzarla, como ya nos lo demostró el insigne Sr. Gödel, o como ya propuso paradojamente Sócrates, el único profesor que ha tenido la historia ya que todos los demás son docentes, “Το μόνο που ξέρω ότι δεν ξέρω τίποτα” (solo sé que no sé nada). Incluso en estos sistemas contradictorios la verdad existe y el problema radica en la formulación de la pregunta, siguiendo al Sr. Wittgenstein “Ein Satz kann nur sagen, wie ein Ding ist, nicht was esist” (un enunciado solo puede decir como es una cosa, no lo que es). Luego esta es la postura con la que estoy más disconforme. La verdad está ahí fuera (¡que peliculero que me ha quedado!).

Pues seré de izquierdas. Es verdad que me gusta una postura igualitaria de partida, de tal manera que todos los seres humanos empiecen con las mismas ventajas e inconvenientes, que no existan posiciones de privilegio por culpa de tus ancestros, como tampoco entiendo posiciones iníciales de postergación. Incompatibles ambas con mi idea de ser humano. También es verdad que intento cambiar la situación actual de mi entorno, con idea de mejorar aunque no siempre sea ese el resultado. A pesar de todo esto, mis amigos claramente adscritos a estas tendencias dicen que no soy de izquierdas. Soy muy individualista y pongo a la persona en el centro de todo y no al colectivo.

Bueno, pues ya está claro, soy de derechas. Soy bastante individualista, creyendo que el individuo que más vale, o trabaja, debe ser recompensado en una mayor proporción. Más aun, las intromisiones de las instituciones dentro de ciertas esferas nuestras me parecen intolerables. Considero que se necesita cierto orden para poder seguir avanzando. Luego ya está ¡definido! Pero cuando pregunto a mis amigos de derechas me dicen que no. Estoy demasiado abierto al cambio, a la innovación, no entiendo el orden histórico ni siquiera su jerarquía, e incluso defiendo a muchos colectivos.

Corolario: no soy ni de derechas, ni de izquierdas …. sino todo lo contrario.

Me gusta pensar que, como la inmensa mayoría de mis congéneres, soy contradictorio y por lo tanto nada fanático (A fanatic is one who can't change his mind and won't change the subject según el Sr. Churchill, definición a la que me adscribo). Soy capaz de pensar una cosa pero, si se me demuestra que estoy equivocado, cambiar de opinión ¡Advertencia! No hay que entender que mis ideas no están fuertemente arraigadas y que las voy a cambiar fácilmente; Simplemente que existe la posibilidad de cambio, y que históricamente las he cambiado. Y este es el verdadero éxito de nuestra especie.

Success is going from failure to failure without loss of enthusiasm” Sir Winston Leonard Spencer Churchill

martes, 27 de abril de 2010

La República no es de Platón

Siguiendo un poco con las presentaciones, en esta entrada quiero mostrar un poco de mi pensamiento político, ya que muchas veces las opiniones de las personas vienen determinadas por las formas político-filosóficas en las que cree.

Soy consciente que hasta ahora el número de posibles lectores de este blog era mínimo, pero tratando este tipo de temas (políticos) el número disminuirá un ochenta por cien. A pesar de todo sigo en mi idea que para comprender mis tendencias en cualquier ámbito de la vida, se deben conocer mis querencias políticas.

Platón nos mostro que el único docente decente era su maestro y todos los que han venido detrás han sido meros copiones del gran Sócrates. A pesar de todo, él nos enseñó bastante. Platón en su obra la República define al individuo como el ser que es capaz de alcanzar cuatro virtudes, a saber: Prudencia, Fortaleza, Templanza y Justicia. Solo los individuos que alcanzasen las mismas deberían de gobernar.



La idea inicial de Platón de poner al frente de la jefatura de estado a un hombre que tuviese las cuatro virtudes fue, ya en su tiempo, muy problemática, por lo que optó por intentar que los reyes de su tiempo las alcanzasen. Todos sus esfuerzos fueron en vano.

Con el devenir de los siglos las virtudes socráticas tomaron una profunda raigambre en la población, haciendo que los representantes de las instituciones se viesen obligados a modificar sus comportamientos, adecuándose a ellas.

Aunque el concepto de república ha existido desde tiempo inmemorial en sociedades homogéneas, las desigualdades que aparecen en el Neolítico hacen que se vaya instituyendo otra forma de jefatura de gobierno: la monarquía. Los monarcas obtuvieron esa situación de privilegio al ejercer la violencia e imponerse frente a sus conciudadanos. Y la han mantenido transfiriéndola de padres a hijos.

El papel guerrero de las monarquías ha sido primordial hasta hace muy poco. Sin embargo, la evolución de las sociedades ha hecho que este role sea prescindible, o en su caso llevado a cabo por otras personas. Poco a poco se ha impuesto la idea de igualdad entre los hombres (y mujeres) por lo que el concepto de rey está en desuso. En Europa tan solo quedan como monarquías Suecia, Noruega, Países Bajos, Bélgica, Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y España. Ya que la mayoría de la mayoría de los países han optado por la república, casi siempre después de algún suceso luctuoso.

Si ha leído alguna de mis entradas anteriores sabrá que me definen como anglófilo, y por lo tanto se podría pensar que monárquico. Como todos tenemos derecho a ser contradictorios, yo lo soy en esto.

La República debería de ser la forma de gobierno normal de un país como España. No entiendo como no es anticonstitucional que todos los españoles nazcan iguales en derechos y libertades, salvo el hijo mayor del rey. No entiendo como todos los españoles tenemos que luchar desde la cuna por un puesto en la sociedad (incluido de trabajo), salvo el hijo mayor del rey.

Además está el tema económico. Nunca sabremos cuanto nos cuesta realmente el tener un rey y si sería más barata la elección de un presidente cada cierto número de años. Las cuentas asignadas para el rey, y su casa, están desglosadas en muchos apartados, incluso son de imposible valoración según nuestros gobiernos.

El papel de representante sin poder que ejerce nuestro rey podría ser llevado a cabo por un presidente al estilo de los de Alemania o Israel, luego el problema de institución por encima de la lucha política ya ha sido solucionado en otros países. Además de ese papel, hoy día es el jefe de gobierno quien tiene todo el poder, por lo que el cambio no sería nada traumático. Eso no quiere decir que abogue por el cambio violento de jefatura de estado, sino por ir avanzando en esa idea para, en un momento dado, hacer que la República ya no sea sola de Platón sino también de todos los españoles.